Sacerdote:
Por ese amor
tan grande
queremos darte
gracias y cantarte
con los ángeles
y los santos
que te adoran
en el cielo:
Niños
Santo
es el Señor, oh oh santo.
Llenos
están el cielo y tierra de tu amor (2)
Hosanna
en el cielo,
bendito
el que viene
en
nombre del Señor.
Hosanna
en el cielo, Ho………..sanna
Hosanna
en el cielo, Ho………..sanna.
Sacerdote:
Bendito sea
Jesús, tu enviado, el amigo de los niños y de los pobres.
Él vino para
enseñarnos cómo debemos amarte a ti y amarnos los unos a los otros.
Él vino para
arrancar de nuestros corazones el mal que nos impide ser amigos y el odio que
no nos deja ser felices.
Él ha prometido
que su Espíritu Santo estará siempre con nosotros para que vivamos como
verdaderos hijos tuyos.
CONSAGRACIÓN.
Sacerdote:
A ti, Dios y Padrenuestro, te pedimos
que
nos envíes tu Espíritu,
para
que este pan y este vino
sean
el Cuerpo X y la Sangre de Jesús, nuestro Señor.
El
mismo Jesús, poco antes de morir,
nos
dio la prueba de tu amor.
Cuando
estaba sentado a la mesa con sus discípulos,
tomo
el pan,
dijo
una oración para bendecirte y darte gracias,
lo
partió y lo dio a sus discípulos, diciéndoles:
TOMAD
Y COMED TODOS DE ÉL,
PORQUE ESTO ES MI CUERPO QUE SERÁ ENTREGADO POR VOSOTROS.
Niños:
Señor Jesús, Tú
te entregaste por nosotros.
Después, tomó el cáliz, lleno de vino
y,
dándote gracias de nuevo,
lo
pasó a sus discípulos, diciendo:
TOMAD Y BEBED TODOS DE ÉL,
PORQUE ÉSTE ES EL CÁLIZ DE MI
SANGRE, SANGRE DE LA
ALIANZA NUEVA Y ETERNA, QUE SERÁ DERRAMADA POR VOSOTROS Y POR
TODOS LOS HOMBRES PARA EL PERDÓN DE LOS PECADOS.
Niños:
Señor Jesús, Tú
te entregaste por nosotros.
Y les dijo
también:
Haced esto en
conmemoración mía.
Por eso, Padre
bueno, recordamos ahora
la muerte y
resurrección de Jesús, el Salvador del mundo.
Él se ha puesto
en nuestras manos para que te lo ofrezcamos como
sacrificio
nuestro y junto con él te ofrezcamos a ti.
Escúchanos,
Señor Dios nuestro;
danos tu
Espíritu de amor
a los que
participamos en esta comida,
para que
vivamos cada día más unidos en la
Iglesia,
con el santo
Padre, el Papa Francisco, el Papa Emérito Benedicto,
con nuestro
obispo Carlos,
los demás
obispos, y todos los que trabajan por tu pueblo.
No te olvides
de las personas que amamos ni de aquellas a las que debiéramos querer más.
Acuérdate de nuestros amigos Carla,
Alberto, Pau, Marcos, Esther, Ainara, Ada, David, Pascual, África, Verónica y
Clara que hoy invitas a participar del pan
de vida y del cáliz de salvación, en la mesa de tu familia. Concédeles crecer
siempre en tu amistad.
Acuérdate
también de los que ya murieron y recíbelos con amor en tu casa.
Y
un día, reúnenos cerca de ti con María, Madre de Dios y Madre de los niños, su
esposo San José y los santos, para celebrar en tu reino la gran fiesta del
cielo. Entonces, todos los amigos de Jesús, nuestro Señor podremos cantarte sin
fin.
Por Cristo, con Él y en Él,
a Ti, Dios Padre Omnipotente, todo honor y toda gloria, por los siglos de los
siglos.
Todos: Amén.